Aragón es una de las comunidades autónomas de España con mayor riqueza en su subsuelo. Bajo su superficie se encuentran recursos minerales para usos muy diversos. Destacan los yacimientos de carbón ubicados en las cuencas mineras de Oliete, Utrillas-Aliaga y Mequinenza, que fueron explotados principalmente para su uso en centrales térmicas.
Tanto por la variedad como por el tipo de operaciones mineras existentes, Aragón es líder en el mercado de extracción de minerales no metálicos como las arcillas, en concreto arcillas especiales que se utilizan en la fabricación de arcillas absorbentes granulares y refractarias domésticas e industriales, que en a su vez se utilizan para la fabricación de baldosas cerámicas, pavimentos y baños.
Otro de los minerales no metálicos que se extraen en Aragón y que destaca por su importancia estratégica es la halita (sal de roca), utilizada en la producción de cloro y lejía, y cuya mayor concentración se encuentra en Remolinos, y en menor cantidad, en algunas zonas de la provincia de Huesca.
Entre las zonas mineras históricas de Aragón, cabe destacar las siguientes:
Las Cuencas Mineras (Cuencas Mineras): con 1.407 kilómetros cuadrados, están situadas al norte de la provincia de Teruel. La historia de la minería en esta zona es antigua, data del Mesozoico.
Fue a principios de este último siglo cuando nació una de las principales empresas dedicadas a la minería del carbón a gran escala, la Compañía Minas y Ferrocarriles de Utrillas.
La comarca de Andorra y la Sierra de Arcos: tierras carboníferas, el mineral más explotado de la zona. Su aparición, crecimiento y declive siguió un patrón muy similar al de otras zonas del país y, en mayor medida, al de las cuencas mineras aledañas a la provincia de Teruel.
A finales de los 80 y principios de los 90, coincidiendo con la entrada de España en la Comunidad Económica Europea, y la aceptación del tratado CECA (Comunidad Europea del Carbón y del Acero), cuyo objetivo principal era establecer una comunidad común de libre competencia mercado, se inició una fase de rápida reducción de las operaciones mineras, unas por agotamiento de los yacimientos y otras por falta de rentabilidad.
Y las salinas de Remolinos: Situadas cerca de la capital aragonesa, probablemente fueron explotadas ya en época romana. Conocida como sal de Zaragoza, su extracción se reinició en 1997. Desde entonces, mantiene la actividad, aunque hoy con menor relevancia.
Hoy, las minas de Remolinos también forman parte de un proyecto turístico industrial y educativo creado para ayudar a revitalizar la zona.
Las Cuencas Mineras, con 1.407 kilómetros cuadrados, se sitúan al norte de la provincia de Teruel y cuentan con más de nueve mil habitantes que se reparten en treinta municipios. La historia de la minería en esta zona es antigua, tiene su origen en el Mesozoico.
Hay constancia de la búsqueda de materiales en la tierra de Utrillas desde el siglo XI, en concreto del azabache, muy codiciado en aquella época para su venta a mercaderes de Levante que posteriormente lo comercializaban a sus homólogos genoveses.
Pero es a partir del siglo XVIII cuando comienza la extracción a gran escala, desarrollo que derivará en el siglo XX en una gran plataforma de extracción minera a través de guías y bajo tierra.
Fue a principios de este pasado siglo cuando nació una de las principales empresas dedicadas a la explotación del carbón a gran escala, la Compañía Minas y Ferrocarriles de Utrillas. Esta organización, fundada en el Casino Mercantil de Zaragoza en 1900, creó el Coto de Utrillas con ramas a Escucha y Valdeconejos, para posteriormente, a partir de 1948, extenderse a Palomar de Arroyos. El Cabezo de las Eras y La Serna fueron las primeras minas de carbón explotadas por la Compañía de Utrillas.
El legado histórico de esta comarca, que vivió sus años dorados en el Siglo XX, ha dejado una fuerte impronta en su gente, que ha visto marcado su pasado y presente por el sector de la minería. La reconversión de la Comarca de Cuencas Mineras ha pasado por el aprovechamiento del territorio y de su naturaleza.
Hablar de minería en esta Comarca, es hablar de carbón, el mineral más extraído en la zona. No hay pueblo de esta Comarca que no haya tenido alguna explotación minera dentro de su término municipal.
Su aparición, desarrollo y declive han seguido una pauta muy parecida a lo sucedido en otras zonas del país, y, en mayor medida, en las cuencas mineras limítrofes dentro de la provincia de Teruel.
El origen de esta minería surge con la utilización del carbón vegetal, conseguido a través de la leña. A mediados del siglo XVIII, el creciente uso de esta fuente de energía provocó la sobreexplotación de los bosques, de tal forma que este tipo de combustible comenzó a escasear y encarecerse, al tiempo que aumentaba su demanda para los incipientes usos industriales de la época e incluso para el consumo doméstico. Así nacieron varios yacimientos de extracción de carbón mineral.
Ya en pleno siglo XX, parte del despegue industrial aragonés coincide con la Guerra Civil española. La primera edad de oro del carbón en este territorio transcurre entre los años 1940 y 1958, viviendo un desarrollo espectacular en su producción por la caída de las importaciones y el aumento en la demanda.
El desarrollo de la industria minera, y en concreto la del carbón, está intrínsecamente ligado al del transporte. En 1947, comienzan las obras del ferrocarril Andorra-Escatrón, que serviría para proveer de lignito a la central térmica de Escatrón, destino de prácticamente la totalidad del carbón generado.
Debido a la creciente demanda se fueron ampliando las explotaciones mineras en la comarca. Se abrieron minas como La Oportuna, en el término de Alloza, la Andorrana, en el término de Andorra, o la Innominada entre Alloza y Ariño. Toda esta actividad generó una importante demanda de mano de obra, que, en gran parte, fue cubierta por la llegada de inmigrantes procedentes de otras zonas del país.
Tras la expansión experimentada durante los años cuarenta y cincuenta, en la década de los 60 se produce la primera crisis importante del sector, con una caída de la producción y, como consecuencia, del empleo.
Sin embargo, a mediados de los años 70 repunta la demanda de carbón y se produce la Segunda Edad de Oro en la extracción de este mineral, multiplicándose por ocho su producción.
A finales de los años 80 y principios de los 90, coincidiendo con la entrada de España en la Comunidad Económica Europea, y la aceptación del tratado CECA (Comunidad Europea del Carbón y del Acero), cuyo objetivo primordial era el establecimiento de un mercado común en condiciones de libre competencia, comienza una etapa de reducción de explotaciones, unas por agotamiento de los yacimientos y otras por falta de rentabilidad.
La utilización de fuentes de energía más rentables, como el petróleo, y el impulso de otras nuevas, como las renovables, acabaron por desplazar casi por completo la extracción del carbón en las comarcas aragonesas. La última explotación de este mineral en Aragón, con un plan de cierre en marcha, se sitúa en Mequinenza.
Situadas cerca de la capital aragonesa, fueron probablemente explotadas ya en la época romana. A finales de la Edad Media hay constancia de una intensa actividad promovida por los Reyes de Aragón.
Conocida como la sal de Zaragoza, en la última época se retomó su explotación en 1997. Desde entonces, ha mantenido una actividad irregular pero constante, llegando a extraer 15.000 toneladas de sal diaria, tanto para el mercado nacional como el internacional.
Hoy, las minas de Remolinos son, ademas, objeto de un plan turístico industrial y educativo que ayudará a revitalizar la zona.
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