La evolución de la actividad minera en Navarra presenta rasgos comunes con la del resto de la península y no puede ser desligada de la de territorios muy próximos o vecinos con los que tiene, por una parte, similitudes geológicas y metalogénicas y, por otra, relaciones económicas y sociales importantes a lo largo de la historia. Como en el resto de la Península, existen evidencias de actividad minera en Navarra desde tiempos remotos aunque su importancia ha experimentado variaciones muy importantes, en función del grado de desarrollo social y económico y de las circunstancias de mercado y tecnológicas. Así, han alternado largas épocas con actividad minera casi inexistente con otros ciclos de desarrollo de la minería, siendo estos últimos más frecuentes e importantes desde el siglo XIX hasta la actualidad.
La actividad minera aparece en Navarra en el neolítico, como muestran los hallazgos aparecidos en la cueva de Urbiola, conocida como la cueva de “los hombres verdes”, donde ya en la Edad del Bronce probablemente se extraían malaquita y azurita.
Tanto en época de dominio cartaginés como, sobre todo, romano, hubo explotaciones mineras, principalmente de cobre y plomo argentífero, si bien carecieron de la entidad de otras existentes en España.
Tras siglos en que la actividad minera fue escasa en todo el territorio, las nuevas políticas favorables a la minería reactivaron el sector en los siglos XVI-XVII. En aquella época, en Navarra entraron en actividad diversas minas (Betelu, Imizcoz, Urrobi, etc) para la obtención de metales como el alumbre, el cobre y, sobre todo, el hierro, cuya explotación dio lugar a la proliferación de ferrerías.
Ya en el siglo XIX, la minería propició la construcción de ferrocarriles mineros que rápidamente se transformaron en vías de comunicación para pasajeros y mercancías: F.C. Irún-Endarlaza; F.C. San Sebastián-Pamplona (tramo Plazaola-Pamplona); F.C. Artikutza-Rentería y F.C. Olvega-Castejón.
Ruinas de las instalaciones de la ferrería de Betelu (Foto de A. Sarasola / IGME)
Fue en esa década cuando comenzaron los primeros trabajos para la localización de sales potásicas en Navarra. En 1926 ya se presentó un gran registro minero para potasas y, posteriormente, el IGME, realizó un estudio sobre las aguas de las zonas de Tafalla y Pamplona. A la vista de los resultados, se decidió el reconocimiento de la probable zona potásica mediante la realización de tres sondeos, uno en Salinas de Pamplona, otro en Olaz y el tercero en Guendulain. En 1929, el ingeniero de minas Joaquín del Valle Lersundi descubrió el yacimiento de potasa existente en la cuenca de Pamplona. La información disponible hacía pensar que la zona potásica de Navarra ocupaba una amplia extensión.
Está década fue pródiga en estudios y sondeos en busca de la preciada sal potásica. En 1930, se realizó un sondeo en Salinas de Pamplona, que alcanzó capas de carnalita de unos 9 metros a los 78 m. Ante estos resultados, se propuso la ejecución, a lo largo de 1931, de otros dos sondeos, de Subiza y el de Guendulain. Además de estos tres sondeos realizados por el Estado, la Sociedad Potasas de Navarra realizó otros dos sondeos, si bien sin resultados positivos. Pero hubo más. Dado que las Salinas de Javier daban en la composición de su salmuera presencia de sales potásicas, se iniciaron trabajos de sondeo en en la zona. En estas labores participaron expertos venidos de Alemania.
En esta década caducan varias de las concesiones y, en 1945, se habla ya de la reserva del Estado sobre la cuenca potásica de Navarra.
En julio de 1949, se publica una disposición ministerial sobre la zona potásica de Navarra y el comienzo de su explotación a favor del Instituto Nacional de Industria, INI, que, a través de la Empresa Nacional ADARO, inició la perforación de dos pozos y dos sondeos: los pozos eran Beriáin y Guenduláin, y los sondeos, Subiza y Zariquiegui.
A comienzos de esta década, proliferaron en Navarra los sondeos de reconocimiento, llegando a ejecutarse veintiuno en un solo año, 1952.
El 29 de mayo de 1957 se constituyó por Decreto del Gobierno la empresa minera Potasas de Navarra, con sede en Beriain.
En 1959 se le concede a ADARO la concesión de explotación Nuestra Señora del Perdón, de 8.400 hectáreas, en las proximidades de Pamplona. También obtuvo la autorización para constituir con otras empresas colaboradoras extranjeras, la entidad minera Potasas de Navarra, SA. Dos años después se habían concluido las instalaciones del pozo Beriain y el plano inclinado doble de Esparza de Galar.
En 1962 se autoriza la puesta en servicio de la fábrica, con una capacidad para producir 100.000 toneladas de sal potásica, aproximadamente la mitad de la capacidad final prevista. Para mediados de 1963 se preveía la conclusión de los enlaces del plano inclinado con los pozos de Beriáin y Guenduláin y con ello el inicio de la producción para el segundo semestre de dicho año. En los años siguientes se va incrementando la producción y se realizan mejoras en las instalaciones, destacando la gran cinta transportadora que unía el pozo Gueriáin con los talleres de beneficio en Noáin, con 4 km de longitud.
A principios de esta década, Navarra conoció una fuerte industralización, producto de los planes de promoción industrial elaborados por la Diputación Foral. Uno de esos planes incluía el impulso a la minería dedicada a la extracción de potasa, que llevaba ya años operando en la Comunidad Foral. De una región eminentemente agraria y exportadora de mano de obra se pasó a otra muy industrial. Pamplona se rodeó de un cinturón de fábricas, recibiendo a miles de inmigrantes que crearon y poblaron nuevos barrios en la ciudad. Bajo el influjo de la mina nació un nuevo pueblo, Potasas, hoy Beriain.
En 1986 las minas pasaron a manos públicas. La entidad explotadora pasa de ser la Empresa Nacional Potasas de Navarra a Potasas de Subiza S.A. La nueva empresa perforó dos nuevos Planos Inclinados, cerca de la citada localidad (Subiza), similares a los Planos de Esparza. Por uno de ellos, habilitado para la entrada de personal y materiales, mediante los medios mecánicos consistentes en un Telesilla Apod, que desde la boca mina llevaba al final del plano al personal. El otro dispositivo consistente en un Monocarril instalado en el otro hastial del plano era el encargado de transportar los materiales utilizados en las explotaciones.
El otro plano paralelo al anterior disponía de un sistema de bandas transportadoras, para la salida de los materiales potásicos arrancados del yacimiento. Asimismo, este plano servía para la salida de la ventilación de mina al exterior una vez recorridas todas las galerías, planos y cámaras de explotación del interior, arrastrando la posible contaminación de gases y polvo producidos en las diversas operaciones de arranque, transporte y otras funciones propias de labores mineras en la explotación.
Potasas de Navarra comenzó el laboreo y la producción en 1962 y, con el tiempo, llegó a tener más de 2.000 trabajadores en nómina, siendo la empresa de mayor dimensión de Navarra.
Colaboró de manera decisiva en el tránsito de una sociedad agraria a una sociedad industrial y de servicios, implantó sistemas de organización, ingenierías y servicios internos dentro de la empresa, y fue la primera empresa navarra en implantar los ordenadores y la informática.
A Potasas de Navarra le sucedió en 1986 Potasas de Subiza, que cerró definitivamente la actividad minera el día 30 de abril de 1997.
Desde entonces hasta ahora, los habitantes de Berián, antes Potasas, recuerdan año tras año a su patrona Santa Bárbara, sacando su imagen en procesión por las calles del pueblo a hombros de antiguos mineros.
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